domingo, 20 de diciembre de 2009

EL PRIMER DÍA

Todavía me acuerdo de ese intenso frío de la mañana cuando me dirigí a la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Después de estar un año sin estudiar porque no pude quedar en la UNAM, para mí ya era extraño entrar en un salón de clases.

Además nunca en mi vida había estado en una escuela particular, siempre había pasado mi vida en instituciones de gobierno, así que no tenía idea de cómo sería ese primer encuentro con esos nuevos maestros y esos alumnos, de los cuales algunos serían mis amigos.

Ya dentro del salón de clases, sin más preámbulo, recuerdo que un maestro joven que usaba lentes, comenzó a cuestionarnos sobre cuál era el motivo de estudiar periodismo.

Las respuestas fueron sorprendentes: Alguna chica dijo "Por conocer gente", demonios, seguramente no le hablaba a nadie en su comunidad.
Otro valiente dijo sin temor "quiero ser corresponsal de guerra", seguramente vio aquella legendaria transmisión del extinto servicio de noticias Eco cuando comenzó la primera Guerra de Irak y donde una corresponsal se moría de miedo tras el bombardeo de los iraquíes a Israel. La verdad no tenía ni idea de lo que era la violencia en vivo.

También me suena en la cabeza la respuesta de: "Porque quiero ser alguien en la vida". Probablemente ese chico pensó que un título de la Septién por fin le daría una identidad propia, de la cual no estaba ni enterado.

¿Y qué respondí yo? Quiero ser editor de una revista de rock, porque estoy harto de las malas traducciones de las revistas mexicanas.

Fue una respuesta no pensada, porque realmente estudiar periodismo no era mi gran objetivo en la vida, yo deseaba desarrollar mi máximo pasatiempo, ser músico de rock y no se me ocurrió otra cosa que decir esa barbaridad. Realmente no tenía nada en contra de Conecte o Rock-Pop que se fusilaban los reportajes de Circus o Hit Parader.

Así fue ese día, la mayoría no tenía ni idea por qué se habían metido a estudiar periodismo, muchos lo fueron descubriendo en el aula, otros en los trabajos en que se colocaron dentro de la carrera, y un servidor lo supo después de graduarse y cuando lo mandó su jefe de información a reportear, es decir cuatro años después.

Sobre ese día recuerdo a una chica que llegó antes que yo y que hasta se puso a acomodar bancas, ella se llama Laura y siempre fue una alumna muy disciplinada con buenas calificaciones, aunque su personalidad era gris, no tenía brillo, y por lo tanto no ponía mucho empeño en su arreglo.

Cuando estábamos en la escuela entró a trabajar al parecer a una empresa de seguros, lo que desvió su camino del periodismo para dedicarse a esa industria. Alguna vez me la encontré cuando fui a una rueda prensa en un famoso hotel, aunque ella solamente había ido a desayunar, lo que seguramente significaba que le iba bien en su trabajo.

No la he vuelto a ver, seguramente ya debe ser casada, porque no a todos los hombres le gustan las mujeres con brillo y sólo necesitan que sean dedicadas e inteligentes como Laura.(Aquí su foto)


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